Y es que tod@s tenemos una amiga muy flamenca, ¿a qué sí? Aquella que canta, baila, grita, salta allá donde vayas sin vergüenza ninguna aparente y es que esta es la amiga que te enseña qué divertido es tomarte la libertad de, en ocasiones, hacer lo que te dé la gana sin que nadie te diga nada. Pues así es una de mis grandes amigas y ésta, en aquella época, se caracterizaba por llevar un gran moño, de pelo moreno rizado, tal que la primera vez que se soltó la melena comprendimos cuánto de largo tenía el pelo. Y creo que fueron todos estos detalles los que quise plasmar y retratar en la primera de mis creaciones, en esta nueva etapa en que todo era tan nuevo para mí.
¡Acababa de independizarme! No me lo podía creer, o sí… qué momento, mis primeros meses en una nueva casa, una nueva vida construida por mí, así lo pensaba cada día con ánimo de centrarme en mi nueva etapa de forma constructiva. Y ya me estaba dando cuenta de que lo que me faltaba en aquella primera casa era hacer hueco para mi mesa de manualidades, botes de lápices de colores, cajones de plastilinas… cuando mi madre me llamó un día. Bueno, me llamaba todos los días de esta nueva etapa, pero ese día me contó que en su viaje con amigas había ido a una tienda y me había traído un regalito. – “Es una tontería”, me dijo, expresión que siempre utilizamos en mi casa con la excusa de que sigan proliferando los objetos decorativos:
“En un puesto había una chica muy simpática que vendía unos broches de muñequitas muy bonitas, hechas a mano, con un material que no me suena conocerlo, se llama FIMO, es como la plastilina, muy útil y que se puede cocer al horno y se endurece. Te he visto con ello, haciendo esto mismo”.
Y yo… pues ni caso le hice, como buena hija que soy, pero sólo durante el principio de la conversación porque, en realidad, tenía ganas de crear aquél espacio en mi nueva casa y fui rápidamente a comprarlo al día siguiente de que mi madre me hablara de ello. Así, casi sin querer, empecé este nuevo camino que hoy ha supuesto un antes y un después en mi forma de trabajar y de ver la vida.
En aquel momento lo vi claro, no tenía miedos, no sabía qué sería capaz de crear, simplemente me apetecía, era desinteresado y ¡era genial poder empezar! Y así salió el resultado final, mi flamenca es muy ella misma, y casi la mejor de todas las creaciones pese a solo conservar una foto borrosa. Simboliza para mí mis primeros pasos, mi amor por mis amigas, una etapa de superación y crecimiento, las no poco importantes ayudas artísticas que mi mami me ha dado a lo largo de mi vida, simboliza también atreverme a algo nuevo, no perder nunca esa apuesta interior por mi proyecto creativo, desarrollar mi talento y por qué no, hacer un regalo súper original y bonito.
Esta flamenca es la primera de todas las creaciones que han visto la luz, todas las posteriores han sido diferentes pero siempre para regalar, siempre inspiradas en alguien, y ¡ésta fue la precursora! A veces me pregunto si sería el moño, que nos tenía hipnotizadas, y me entran ganas de hacer moños por todas partes 🙂
📷 Foto del 21 de septiembre de 2012